POLÍTICO, POLIÉDRICO, POLÍPTICO. Una breve aproximación al trabajo de Enrique Lista
Por María Marco
Hacer lo necesario, no ofrecer espectáculo o estar cerca de la experiencia cotidiana son algunos de los axiomas que Enrique Lista formula en una declaración de intenciones que él mismo cuelga en una página de internet. Su trabajo desde que se licencia en Bellas Artes siempre ha estado vinculado a la austeridad formal, a propuestas desmaterializadas cargadas de múltiples discursos que le han valido la etiqueta de artista conceptual, aunque él reniegue de adjetivos impostados con los que nunca llega a identificarse.
Siempre cercano al medio fotográfico, comienza su carrera rescatando instantáneas de álbumes familiares que procesa analógicamente, convirtiendo las imágenes en escenas atemporales y siniestras de fondos negros y figuras espectrales, como en su serie (Des)conocidos de 2004. Lo unheimlich, lo familiar que se desvela como extraño o lo que debiendo permanecer oculto se ha revelado, como diría el mismo Freud, constituye un punto de partida que abandonará en su fase más crítica, cuando únicamente prime en su trabajo la idea formalizada mediante una sintaxis de mínimos.
Lista consigue dislocar la estrategia conceptual cuando asume su lenguaje sin dejarse seducir por su mensaje. El discurso reafirmativo que lanza por ejemplo el artista Keith Arnatt en Trouser Word Piece de 1972 cuando se fotografía como hombre-cartel en el que escribe “I´m a real artist” (Soy un verdadero artista) es asumido y superado por Lista cuando se retrata, al igual que Arnatt, con un cartel que dice “Will do art for food” (Hago arte por comida). La legitimidad del trabajo ya está asumida, ahora lo importante es comer. El verdadero artista ya no ayuda al mundo a revelar verdades místicas como decía Bruce Nauman, ya no es un iluminado, sino un trabajador. Las piezas de ésta época retratan el giro que se produce en torno al estatuto del artista, cuando diferentes estudios, y en concreto el de la Asociación de Artistas visuales de Cataluña “La dimensión económica de las Artes Visuales en España” comienza a hablar sin tapujos de las relaciones entre arte y economía y visibiliza el estado de indefensión de los artistas ante la intrincada red sobre la que se asienta el sector.
A partir de 2005 Lista comienza a trabajar la fotografía como método inductivo. La utiliza junto al diseño gráfico para evidenciar las fracturas del modelo artístico, haciendo una mordaz crítica que deja en evidencia al perverso y fastuoso simulacro con el que se disfraza el sistema. Sus preocupaciones profesionales se confunden con las vitales interrelacionando vida y arte; la precariedad del artista, los altos porcentajes de los intermediarios, la delirante carrera por ser seleccionado en certámenes y becas, la intermitencia laboral, los costes de producción asumidos por el artista, las paradojas y promesas evanescentes de la educación artística… son temas que se tratan en por ejemplo Enrique Lista. Licenciado en Bellas Artes una propuesta de 2007 para la Sala Alterarte. En ella utiliza su situación profesional presentando irónicos anuncios laborales ficticios que logran integrarse y pasar desapercibidos entre los muros, anuncios en prensa, mupis y farolas de la ciudad.
Pero Enrique Lista es, ante todo, un francotirador de ideas. No ametralla aleatoriamente arriesgándose a perder balas, sino que apunta con precisión y dispara a dar. Sus piezas, entre el ingenio y la ocurrencia, consiguen tocar ahí donde duele, interviniendo asépticamente las heridas con la precisión de un cirujano viejo que cuenta chistes mientras cose. Y es que la gravedad de ciertas fracturas no significa en Lista, circunspección ni boato. Sin saber cómo consigue que el espectador insinúe un pequeño gesto, y éste termina convirtiéndose en sonrisa. Así ocurre en la exposición del museo MARCO de Vigo “Cosas que sólo un artista puede hacer” realizada en 2010, un comisariado de David Arlandis y Javier Marroquí en la que participan artistas como Gianni Motti o Wilfredo Prieto. En ella Enrique se compromete mediante contrato a enviar un proyecto diario en la pieza Un año de proyectos, 365 proyectos que envía por e-mail al museo creando un calendario de propuestas, algunas irrealizables, la mayoría posibles. Esta pieza, a parte de ser un reto intelectual, es un ejemplo de la metodología obstinada y abrumadoramente productiva del artista que sin perder el sentido del humor, consigue construir un estoico cosmos de sensata y sorprendente lucidez.
Pero volvamos a la faceta de trabajador del arte, de profesional que reivindica su derecho a trabajar para poder comer, comer para poder trabajar, y todas las intrincadas (o no) relaciones que la comida establece con la supervivencia y el lenguaje. No en vano Lista ya evidenció los porcentajes que cada agente cultural se llevaba del pastel, hizo un tríptico con las marcas que deja el aceite en el dorso de unas cajas de pizza, dibujó manteles con vino de barrantes, celebró su cumpleaños colocando una tarta con una vela encendida en una rotonda en construcción o calculó el Salario Mínimo Interprofesional en paquetes de 1kg de sal rosa del Himalaya marca Eroski.
Ahora, su proyecto más reciente, que podremos ver de Mayo a Septiembre de 2012 en Zona “C” en Santiago de Compostela, se presenta bajo el título de Políptico. Un comentario sobre la puesta en valor del patrimonio. Una instalación fotográfica que tiene su origen en la investigación predoctoral del artista tutorizada por el prestigioso fotógrafo Manuel Sendón. Y es que el binomio fotografía y alimentos funciona. Tanto es así que la segunda fotografía de la historia se titula La mesa puesta y la sacó Nicephóre Niepce en 1827. Más tarde los álbumes privados inmortalizaban las celebraciones familiares alrededor de las mesa, se expandía la fotografía publicitaria, se hacían cada vez más apetitosas ilustraciones para libros de gastronomía, Warhol serigrafiaba plátanos, Cindy Sherman mostraba lo putrefacto y lo abyecto, hasta hoy en día, motivo de los retratos más contemporáneos de Vik Muniz, Jamashita y Kobayusi o Fischl & Weiss. La comida tratada como alimento, liturgia, celebración, comunidad, placer…pero también como símbolo, degeneración, manipulación, especulación o muerte, sigue siendo uno de los grandes nexos entre arte y vida.
Después de casi un año transcurrido desde que se comenzó a gestar el proyecto, y con tiempo suficiente para haber cocinado a fuego lento sus obsesiones, Lista nos presenta una serie de alimentos-ícono en los que confluyen los principales canales de consagración de nuestra cultura: los mecanismos de construcción de la identidad gallega, la imposición iconófila de la religión cristiana, la mercantilización del patrimonio y el poder de la imagen, en este caso de la fotografía como constructora del relato visual. Nueve siglos de historia resumidos en ocho piezas que transforman Zona “C” en un templo del souvenir gastronómico que celebra una nueva liturgia, esta vez, la del conocimiento y la consciencia. Piezas que se recrean espacialmente en la distribución de una iglesia; un altar dominado por una tarta de santiago, un vía crucis de vieiras de chocolate, bizcocho y galleta y para terminar, y como no podía ser de otra manera, un cepillo cercano a la salida que alude a una estrategia un tanto cínica del artista, la de apuntarse también a esto de sacar tajada del patrimonio.
Y es que el cinismo de Lista no es más que una estrategia crítica, en parte escéptica, en parte metodológica. Un cuestionamiento constante de supuestos que utiliza como dialéctica inductiva, sin imponer ningún juicio a priori, dejando que el espectador se formule y responda a ciertas cuestiones que él mismo, como constructor y artesano de imágenes, lanza al mundo deliberadamente.
Político, poliédrico, políptico. Unha breve aproximación ao traballo de Enrique Lista
Facer o necesario, non dar espectáculo ou estar preto da experiencia cotiá son algúns dos axiomas que Enrique Lista formula nunha declaración de intencións que el mesmo colga nunha páxina de Internet. O seu traballo desde que se licencia en Belas Artes sempre estivo vinculado á austeridade formal, a propostas desmaterializadas cargadas de múltiples discursos que lle valeron a etiqueta de artista conceptual, aínda que el renegue de adxectivos impostos cós que nunca chega a identificarse.
Sempre preto do medio fotográfico, comeza a súa carreira rescatando instantáneas de albumes familiares que procesa analoxicamente, convertendo as imaxes en escenas atemporais e sinistras de fondos negros e figuras espectrais, como na súa serie (Des)conocidos de 2004. O unheimlich, o familiar que se desvela como o estraño ou o que debendo permanecer oculto se revela, como diría o mesmo Freud, constitúe un punto de partida que abandonará a súa fase máis crítica, cando unicamente prime no seu traballo a idea formalizada mediante unha sintaxe de mínimos. Lista consegue dislocar a estratexia conceptual cando asume a súa linguaxe sen se deixar seducir pola súa mensaxe. O discurso reafirmativo que lanza por exemplo o artista Keith Arnett en Trouser World Piece de 1972 cando se fotografía coma un home-cartaz no que escribe "I'm a real artist" (son un verdadeiro artista) é asumido e superado por Lista cando se retrata, ao igual que Arnatt, cun cartaz que di "Will do art for food" (fago arte por comida). A lexitimidade do traballo xa está asumida, agora o importante é comer. O verdadeira artista xa non axuda ao mundo a revelar verdades místicas como dicía Bruce Nauman, xa non é un iluminado, senón un traballador. As pezas desta época retratan a viraxe que se produce arredor do estatuto do artista, cando diferentes estudos, e en concreto o da Asociación de Artistas visuais de Cataluña "A dimensión económica das Artes Visuais en España" comeza a falar sen embozos das relacións entre arte e economía e fai visible o estado de indefensión dos artistas ante a intricada rede sobre a que se asenta o sector.
A partir de 2005 Lista comeza a traballar na fotografía como método inductivo. Utilízaa xunto ao deseño gráfico para evidenciar as fracturas do modelo artístico, facendo unha mordaz crítica que deixa en evidencia ao perverso e fastuoso simulacro co que se disfraza o sistema. As súas preocupacións profesionais confúndense coas vitais interrelacionando vida e arte; a precariedade do artista, as altas porcentaxes dos intermediarios, a delirante carreira por ser seleccionado en certames e bolsas, a intermitencia laboral, os custos de produción asumidos polo artistas, os paradoxos e promesas esvaecentes da educación artística... son temas que se tratan en por exemplo Enrique Lista. Licenciado en Bellas Artes unha proposta de 2007 para a Sala Alterarte. Nela utilízase a súa situación profesional presentando irónicos anuncios laborais ficticios que logran integrarse e pasar desapercibidos entre os muros, anuncios en prensa, mupis e farois da cidade.
Pero Enrique Lista é, ante todo, un francotirador de ideas. Non ametralla aleatoriamente arriscándose a perder balas, senón que apunta con precisión e dispara a dar. A súas pezas, entre o xenio e a ocorrencia, conseguen tocar aí onde doe, intervindo asepticamente nas feridas coa precisión dun cirurxián vello. É que a gravidade de certas fracturas non significa en Lista, circunspección nin boato. Sen saber como consegue que o espectador insinúe un pequeno xesto, e este acaba por se converter en sorriso. Así ocorre na exposición de David Arlandis e Javier Marroquí na que participan artistas como Gianni Motti ou Wilfredo Prieto. Nela Enrique comprométese mediante contrato a enviar un proxecto diario na peza Un año de proyectos, 365 proxector que envía por e-mail ao museo creando un calendario de propostas, algunhas irrealizables, a maioría impmeosibles. Esta peza, amais de ser un reto intelectual, é un exemplo da metodoloxía obstinada e abrumadorante produtiva do artista que sen perder o sentido do humor, consegue construír un estoico cosmos de sensata e sorprendente lucidez. Pero volvamos á faceta de traballador da arte, do profesional que reivindica o seu dereito a traballar para poder comer, comer para poder traballar, e todas as intricadas (ou non) relacións que a comida establece coa supervivencia e a linguaxe. Non en van Lista xa evidenciou as porcentaxes que cada axente cultural leva co pastel, fixo un tríptico coas marcas que deixa o aceite no dorso dunhas caixas de pizza, debuxou manteles con viño de barrantes, celebrou o seu aniversario colocando unha torta cun candil acendido nunha redonda en construción ao calculou o Salario Mínimo Interprofesional en paquetes de 1 quilogramo de sal rosa do Himalaya marca Eroski.
Agora, o seu proxecto máis recente, que poderemos ver de Maio a Setembro de 2012 na Zona "C" en Santiago de Compostela, preséntase baixo o título de Políptico. Un comentario sobre la puesta en valor del patrimonio. Unha instalación fotográfica que ten a súa orixe na investigación predoctoral do artista titorizada polo prestixioso fotógrafo Manuel Sendón. É que o binomio fotografía e alimentos funciona. Tanto é así que a segunda fotografía da historia titulábase La mesa puesta e sacouna Nicephóre Niepce en 1827. Máis tarde os albumes privados inmortalizaban as celebracións familiares arredor da mesa, expandíase a fotografía publicitaria, facíanse cada vez máis apetitosas as ilustracións para os libros de gastronomía, Warhol serigrafiaba plátano, Cindy Sherman mostraba o putrefacto e o desprezable, ata hoxendía, motivo dos retratos máis contemporáneos de Vik Muniz, Jamashita e Kobayusi ou Fischl & Weiss. A comida tratada como alimento, liturxia, celebración, comunidade, pracer... pero tamén coma símbolo, dexeneración, manipulación, especulación ou morte, segue a ser un dos grandes nexos entre a arte e a vida.
Despois de case un ano transcorrido dende que se comezou a desenrolar o proxecto, e con tempo suficiente para ter cociñado co lume baixo as súas obsesións, Lista preséntanos unha serie de alimentos-icona nos que conflúen as principais canles de consagración da nosa cultural: os mecanismos de construción da identidade galega, a imposición iconófila da relixión cristiá, a mercantilización do patrimonio e do poder da imaxe, neste caso da fotografía como construtora do relato visual. Nove séculos de historia resumidos en oito pezas que transforman Zona "C" nun templo do souvenir gastronómico que celebra unha nova liturxia, esta vez a do coñecemento e da consciencia. Pezas que se recrean espacialmente na distribución dunha igrexa; un altar dominado por unha torta de Santiago, un vía crucis de vieiras de chocolate, biscoito e galleta y para rematar, e como non podía ser doutra forma, un cepillo preto da saída que alude á estratexia un tanto cínica do artista, a de apuntarse tamén a isto de sacar proveito do patrimonio.
É que o cinismo en Lista non é máis que unha estratexia crítica, en parte escéptica, en parte metodolóxica. Unha dúbida constante verbo de supostos que utiliza coma dialéctica inductiva, sen impor ningún xuízo a priori, deixando que o espectador formule e responda certas cuestións que el mesmo, coma construtor e artesán de imaxes, lanza ao mundo deliberadamente.
Traducción gallego: Manuel Turnes.
Political, polyhedric, polyptych. A brief approach to Enrique Lista’s works Doing what is necessary, going unnoticed or remaining close to the everyday experience; those are some of the axioms which Enrique Lista formulates in a declaration of intent which he himself has posted on a website. Ever since he graduates in Fine Arts, his work has always been associated with formal austerity, dematerialised proposals loaded with numerous discourses which have granted him the label of conceptual artist; even if he renounces fake adjectives with which he never identifies himself completely.
Always close to photography, he starts his career rescuing snapshots from family albums, which he treats by resorting to the techniques of analog photography, transforming these images into timeless and brooding scenes with black backgrounds and ghostly figures, as is the case in his series (Des)conocidos (2004). The unheimlich, the familiar that turns out to be strange or the disclosure of what was supposed to remain concealed, as Freud himself would put it, constitutes a starting point that he will abandon in his most critical period, when only the idea which has taken shape through a syntax of minims dominates his work. Lista succeeds at unhinging the conceptual strategy by adopting its language without being seduced by its message. He assumes the reaffirmative speech that the artist Keith Arnatt, for example, launches in Trouser World Piece (1972), when the latter takes a picture of himself holding a board which says “I’m a real artist”. Not only does Lista assume it but he also overcomes it when he photographs himself, like Arnatt, with a poster which says “Will do art for food”. The legitimacy of his work is already acknowledged, now it is eating that is important. The true artist does not help the world by revealing mystic truths anymore as Bruce Nauman stated; he is not an enlightened being, but rather a worker. The works from this period depict the dramatic twist in relation to the artist’s status. The starting point is the publication of different studies and, more specifically, “The Economic Dimension of the Visual Arts in Spain” by the Association of Visual Artists from Catalonia. They start speaking openly about the relationships between art and economy and make it clear that artists’ are defenceless considering the intricate network which underlies the sector.
From 2005 onwards, Lista starts treating photography itself as an inductive method. He uses it, along with graphic design, to give clear proof of the fractures of the artistic model by issuing a scathing criticism which uncovers the perverse and grandiose pretence which disguises the system. His professional preoccupations are inseparable from his personal ones, interrelating his life and his art; the artist’s precariousness, the high percentages allowed to middlemen, the frantic competition to be selected for contests and grants, working intermittently, production costs assumed by the artist, the paradoxes and ephemeral promises from artistic education… These are some of the topics with which he deals, for instance, in Enrique Lista. BA in Fine Arts, a 2007 design for the exhibition hall Sala Alterarte. Here, he uses his professional situation by presenting ironic fake job adverts that become part of the walls, newspaper adverts, advertising panels and street lamps, going unnoticed in this urban context.
Nevertheless, Enrique Lista is, above all, a sniper of ideas. He does not fire his machine gun randomly, at risk of wasting bullets; on the contrary, he aims it accurately and shoots to wound.
His works, between wit and creativity, hit where it hurts most, using an aseptic technique to treat the wound with the steady hand of an old surgeon who cracks jokes while sewing. What is more, in Lista, neither prudence nor ostentation are necessarily implied despite the seriousness of certain fractures. Inexplicably, he manages to drop the spectator subtle hints to let him work things out, which finally prompts a smile in the latter’s face. This is exactly what happens with “Things that only an Artist can do”, an exhibition in the MARCO museum from Vigo, commissioned by David Arlandis and Javier Marroquí, where artists such as Gianni Motti and Wilfredo Prieto take part. Here, Enrique agrees by contract to send in a daily project within the work A Year of Projects, 365 projects that he emails to the museum, creating a calendar of proposals. Some of those were unfeasible but most, possible. Apart from being an intellectual challenge, this work is an example of the obstinate and overwhelmingly productive methodology of the artist, who succeeds at building a stoic cosmos of sensible and surprising lucidity, without losing his sense of humour.
Having said that, let us come back to his facet of artist-worker, a professional who claims his right to work in order to eat, to eat in order to work, and all the intricate (or not) relationships that food establishes with survival and language. Not in vain has Lista already shown the share that each cultural agent takes in the profits, he has made a triptych with the oil stains that remain at the back of some pizza boxes, he has drawn tablecloths with wine from Barrantes, he has celebrated his birthday putting a cake with a lighted candle at a roundabout under construction and he has calculated the minimum wage on 1 kg Himalayan salt packets from Eroski.
Now, his most recent project, which we will be able to see from May until September in the “C” Zone in Santiago de Compostela, is entitled Polyptych. A Comment on the Assessment of the Economic Values of Cultural Heritage. This is a photographic installation that originates in the artist’s predoctoral research, supervised by the prestigious photographer Manuel Sendón. Certainly, coupling food and art works out well. That is so to the extent that the second photo of the story is “The Set Table” (1827), by Nicephóre Niepce. Later on, private albums would portray family reunions around the dining table, advertising photography would spread, the illustrations that gastronomy books contained would become more and more tempting, Warhol would screen print bananas, Cindy Sherman would show the rotten and the wretched, up to the present, being the motif of the majority of contemporary portraits by Vik Muniz, Jamashita and Kobayusi or Fischl & Weiss. Food dealt with as victual, liturgy, celebration, community, pleasure… but also as a symbol, degeneration, manipulation, speculation or death, continues to be one of the greatest connections between life and art.
After almost one year since the project started developing and, with enough time to give due thought to his obsessions, Lista presents us with a series of food-icons in which the main channels of consecration of our culture gather. Those are: the mechanisms of construction of a Galician identity, the iconophilic imposition of Christianity, the commercialisation of our heritage and the power of image, in this particular case of photography as creator of visual tales. Nine centuries of history which transform Zone “C” in the temple of the gastronomic souvenir that celebrates a new liturgy, on this occasion, that of knowledge and awareness. Works whose spaces are based on the distribution of churches, an altar dominated by a St. James cake, a Stations of the Cross made of chocolate scallops, sponge cake and biscuit and, last but not least, as one should expect, there is also an alms box. The latter is placed near the exit, in an allusion to a rather cynic strategy of the artist; he wants his share in the cultural heritage business as well.
At the end of the day, Lista’s cynicism is nothing more than a critical strategy, partly sceptical, partly methodological. He questions the assumptions which he uses as inductive dialectic, without imposing any a priori judgement. Thus, he allows the spectator to ask and answer a number of questions that he himself, as an image builder and craftsman, intentionally delivers to the world.
Traducción inglés: Elma Barreiro Abad.