Pintor expansivo, místico geómetra, explorador de colores y soportes, Imi Knoebel(Dessau/Sachsen, Alemania, 1940) supone la refundación del formalismo pictórico partiendo del minimal y de la abstracción conceptual. Con una trayectoria impecable que incluye el Centro Pompidour en París, la Haus der Kunst de Munich o el Stedelijk Museum de Ámsterdam, además de participar en ferias y certámenes de todo el mundo, forma parte de un vasto número de colecciones privadas. Su pintura asume las teorías de Johannes Itten y Lazlo Moholy-Nagy, ambos vinculados a la Bauhaus, utilizando la mística y la emocionalidad de la geometría, realizando ejercicios de composición constructivistas y suprematistas inspirados en Malevitch y en eeclipse de sentido que supuso su famoso Cuadrado Negro. Practicante de un arte combinatorio de estructuras abiertas y cerradas, trabaja los desplazamientos entre lo invisible y lo sugerido, rellenando el vacío con colores expandidos sobre soportes escultóricos, como planchas de acero o maderas recicladas. Con un proyecto pictórico de una singular voluntad reiterativa y de búsqueda de una emoción plástica más allá de la geometría de Mondrian, Knoebel utiliza la polaridad entre el caos y la forma entendiendo la pintura como un modo de pensamiento y de ritmo espacial.
Imi Knoebel estudia en la Academia de Düsseldorf donde conoce a Blinky Palermo y a Jurg Immendorff. Allí reciben clases de Joseph Beuys, cuya teoría de la plástica social les influye directamente intentando desarrollar, en sus propios trabajos, una expansión del concepto beuysiano. En los años sesenta comienza una serie de pinturas minimalistas con líneas paralelas e intervalos simétricos horizontales y verticales de grafito y se bautiza a sí mismo como un Linenbilder –un constructor de líneas-. En 1969 realiza 250.000 dibujos en DINA4 que presenta dentro de seis armarios cerrados, acción que apunta sus intereses, más conceptuales, que niegan la primacía de la visión y de lo sensorial. De aquí le surge la preocupación por lo no dicho, lo escondido y el vacío. Poco a poco va adentrándose en el color, cuya estratigrafía y ritmo le sirven para ordenar el espacio, pero sin olvidar sus intereses reticulares de vocación geométrica. Creador de una personal sintaxis basada en módulos de color y capas que se suceden y juntan, Knoebel, ajedrecista cromático y acróbata de las formas, se convierte en uno de los exponentes de pintura escultórica más admirados y reconocidos por la coherencia de su trayectoria profesional, su exquisito criterio en la selección del color y su personal estilo y concepción pictórica.
“No quiero nada más que llegar al color. Pongo los colores, los extiendo ahí y trato de lograr un color de esta manera. Uso combinaciones muy diversas. Eso lo mantiene abierto. No hay ningún color con el que no trabaje, entonces no hay un sistema de porciones. En el camino, puedes llegar a pinturas realmente hermosas que nunca tuviste en mente.”